Despierta
desde la madrugada pensando de qué lugar vienen los silencios que
gritan callados y hasta casi enfurecidos caminando casi de rodillas a
través de la materia de los cuerpos que andan, caminan, circulan por
los sitios abandonados en el éter imaginario transformado en
atmósfera celeste aroma a hojas silvestres, romero, hinojo y flores
malvas, caminan en esencias virtuales casi imperceptibles, locura de
los cuerpos hombres mujeres y niños, seres que se descuidan
caminando siempre por las orillas de los ríos amarillos y rosales
espinosos que clavan las patas de los perros de caza que circulan en
tardes de cazadores, risas burlonas, muecas de sorpresa, desparpajo
inminente, las horas locas desenfrenadas de los bailarines frenéticos
mezclan sus cuerpos sudorosos que huelen a restos de fuego y
esfuerzo, la demencia de la sociedad contemporánea ataca con fuerza
la clara expresión de dolor que aparece en las espaldas de aquellos
que llevan la carga de los cuerpos imaginarios que avanzan a través
de la selva frondosa y oscura llena de sorpresas inesperadas con
zombis sin máscaras. Las piedras tropiezan entre sí mientras los
niños juegan a los malos y los buenos y las niñas a ser mamá con
muñecas desvestidas para vestirlas de colores fuertes verdes, rojos,
naranjas y granates... Ellas las que deberán ser muñecas siempre
muñecas de colores.
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